No entra el elefante en la mochila

SALGO EN UN PAR DE DÍAS

Bueno. Qué decir. No es fácil poner un punto final a algunas cosas, ni puntos suspensivos a otras, ni dos puntos por ahí, comas por allá, y escribir un prólogo de una obra que aún estoy por empezar. Cada cosa se va acomodando a esta nueva vida que intento iniciar para ver qué pasa; algunas se acomodan a la fuerza, otras se rebelan -muchas se rebelan, hay que decirlo-, pero el impulso está. El viaje es un tejido, un texto, que se va tramando (en ambos sentidos), momento a momento; hay fibras que no quieren ceder a la nueva trama; pienso que hay que darles tiempo.

Imagen de internet
Imagen de internet

Qué decir… Hay un libro en camino, que ya está iniciado, pero decidí esperar. Quiero escribirlo durante el viaje, no alocadamente ahora. Me imagino sentada en mesitas diferentes de diversos campings en múltiples paisajes escribiendo en mi netbook, sintiendo el viento, la tierra, los insectos, mirando a la gente haciendo otras cosas, a su vez observándome trabajar en un camping, en una computadora, totalmente descolocada. Quiero escribir mirando el mar, como siempre soñé, aunque en mi sueño era El Albergue de las Mujeres Tristes en Chiloé, de la novela de Marcela Serrano; ya falta poco, puedo esperar.

Así me veo. Me gusta mucho Couch Surfing y tengo tanta suerte que ya pude confirmar con mucha gente hospitalaria que me espera en sus casas, pero también creo que voy a iniciar una etapa en la que voy a pasar tiempos de soledad, creando, escribiendo, pensando. Y tal vez sea porque lo necesite. No sé cómo va a ser mi día a día de acá en más, no sé que va a pasar, pero me gusta imaginarme días de campings, días de ruta, días de compartir con gente nueva, y el ciclo recomienza. Vivir y procesar, avanzar y frenar, volver a avanzar, eso es lo que quiero que me pase según lo pienso hoy, dos días antes de salir. No sé que voy a querer la semana que viene. Pero seguramente que atenderé a mis deseos. De eso se trata esta vez, de escuchar corazonadas.

No es fácil cerrar un ciclo, entregar un departamento, hacer mudanza, compartir altibajos emocionales con la gente querida, renunciar a dos trabajos. No me gustan las despedidas, me ponen triste. Lágrimas no faltan, ni palabras de aliento; tampoco las de desaliento. Pero entiendo. Sé que para la mayoría es una locura digerir esta decisión; para mí también, pero siento que es lo que tengo que hacer, y es hora de seguir los latidos de mi corazón.

Mi abuelo sabe que me voy, pero me cuesta explicarle que no sé cuándo vuelvo, está a punto de cumplir 90 años y escucha poco. Pero dicen que se va a comprar una compu para seguir mi viaje. Eso me hace llorar. Mi abuela es una guerrera, me regaló una navaja de defensa personal, y me abraza y llora un poquito, -lloramos- pero me entiende, y estamos preparando nuestra última salida juntas, de las que le gustan a ella (tenemos unas cuantas en nuestro haber donde nunca falta un champán). Con mi tercer abuelo (quién como yo, ¡tres abuelos a los 30 años!) pasé Navidad, nunca lo vi tan “alegre”, después de las doce se sentó “a mirar los planetas” y seguía contando chistes; me llevo las risas que ese viejito genera por donde pasa. Algunos vaticinan que pronto estaré de regreso, no los voy a contradecir porque nunca se sabe. Yo pienso en grande porque sé que así consigo intermedios.

Formosa es mi punto de partida. Formosa me duele, porque me expulsa y me ata a la vez, me desgarra; pero según mis recuerdos, todas las partidas han tenido estas cualidades, y ya tuve unas cuantas. Sólo hay que dar el primer paso y ya falta poco. Dejo mucho amor en Formosa, y me llevo otro tanto.

Para evitar dejarme arrastrar por la tristeza dediqué muchas horas de los últimos días a dibujar. Pero debo decir que ya me cansé de la dibujoterapia; me podrí, pero funcionó, y me tomé un descanso desde hoy; sentí que ya era momento de pasar a otra etapa y agarré un libro -ya demodé, pero significativo al fin- que había leído por tramos en internet cuando iba a la facultad y, ni bien pude, me lo compré: “El héroe de las mil caras” de Campbell, un estudio psicoanalítico del mito. Creo que quiero arrancar con este libro, después con “Mundos posibles” de Bruner, si entra en la mochila claro, y otro de Ana Padovani sobre técnicas para narradores orales… Me atrae todo esto, son textos que ya leí antes algunos capítulos, y los tenía pendientes; esos libros son parte del camino que atisbo, aunque tantos libros no me entran en la mochila, jaja, qué triste me pone armar la mochila… tantas cosas que no se pueden llevar.

Hay unos cuantos libros de viajeros que todavía no leí en mi biblioteca, pero no tengo ganas de leer eso ahora, quiero viajar sin pensar en otros viajes, sino en las historias del camino, en el presente de cada lugar, de las personas que voy conociendo, quiero profundizar experimentando la idea de que la gente está hecha de historias, como dice Eduardo Galeano que, por cierto, voy hacia él, ¡voy al país de Eduardo Galeano! Tengo que contar que en principio me parecía justo llevar en la mochila uno de sus libros que tanto me marcó en la adolescencia y que le dio nombre a este blog y al anterior que tuve: Chica Latinoamericana; me refiero a “Memorias del fuego I. Los nacimientos”. Si bien es una trilogía, siempre me quedo con el primero de los tomos, los otros dos no me engancharon de la misma manera. Y cada tanto lo releo desordenadamente, y pensé que esta vez querría retomarlo en el viaje, pero al tomarlo era pesado, y latió más fuerte mi mano sobre los otros que separé.

La otra noche me dormí dibujando en la cama -que pagué en doce cuotas sin intereses que ahora está en otro lugar que ya no es mi casa- y soñé que encontraba un elefante en miniatura; era una maravilla; se lo quise mostrar a mi padre y el elefante se nos escapó, empezó a corretear por todos lados escondiéndose en cajas de mudanza. Cuando pude atraparlo lo devolví a su dueño que esperaba en una parada de colectivos; no quería desprenderme de él, pero no era adecuado conservar esa maravilla, había que contemplarla, admirarla, pero luego lo correcto era desprenderse.

elefante-feliz

Cuando se lo conté a mi madre me recordó algo que yo misma había visto y que no lo tenía presente, el año pasado vi un elefante en la banquina viajando por Concordia en un colectivo lleno de reinas de belleza de diferentes partes del país. La Reina del Pomelo gritó ante el asombro de la Reina de la Papa y la Reina del Maní que andaban cerca: ¡un elefante! Y todas reímos, hasta yo, que no era ninguna reina pero sí una dama de compañía dormilona. No, demasiado surrealista; pensamos que fue una alucinación, tantos cetros juntos en un mismo lugar puede resultar desgastante para cualquier cerebro. Pero unas horas después volvimos por la misma ruta y, ciertamente, ¡había un elefante en la banquina! Estaba suelto, y comía hierba en un típico yuyal argentino. Maravilloso, no por nada Saint-Exúpery cayó por ahí y empezó a escribir “El Principito” en esas tierras.

El misterio de Concordia fue rebelado pronto por el guía local, al parecer se trata de un parque donde se cuidan animales de circo refugiados en ese sitio debido a las nuevas leyes que prohíben espectáculos con animales. Genial. Soñé con un elefante y voy hacia Concordia. Maravilloso. Creo que tengo que ir a visitar formalmente a ese elefante y conocer su historia completa. Después de todo, El Principito empieza con el dibujo de un sombrero, que en realidad es una boa tragándose a un elefante, y yo estoy últimamente obsesionada con las historias de serpientes en la mitología… Aunque, finalmente, parece que todo se conecta en algún elefante.

¡Ni hablar del elefante e Gustavo Roldán!, el querido escritor chaqueño que pude conocer justo antes de su muerte este año, que tuvo la genial idea de introducir a un elefante en el monte chaqueño ¡y el alboroto que se armó! Un inmigrante más…

Además, hay un elefante que «ocupa mucho espacio» como el del cuento de Elsa Bornemann, es enorme y no entra en mi mochila, y es toda esa gente que me está apoyando y siguiendo desde antes de salir. ¡Cuántos mensajes! Muchas gracias, me dan un alto grado de coraje.

Para todos ustedes, una canción de Beirut que se llama «Elephant Gun» que me gusta mucho, quién sabe por qué…

Buenas noches.

7 comentarios

  1. que todo lo bueno del universo te acompañe (yo lo llamo Dios ) , logres exitosa mente tu propósito,… o sea que tengas un «¡feliz viaje y regresa pronto sana y salva sobrina de mi corazón!!!!» . Cómo no cometer el error del punto final con esta increíble chica ….. .Ningún punto final . Espero tu regreso desde ya !!

  2. muy lindas palabras Cecy, palabras que me llegan a lo mas profundo de mi interior. tus palabras son cual si fueran mias , me pasan las misma cosas que te estan pasando a vos, o sera que a todos que estamos a punto de lanzarnos al camino nos pasa lo mismo? no lo se.
    yo a principio de este año estaba por empezar un viaje y me paso lo mismo q a vos con mi abuelo de 94 años no podia esplicarle que me iba y nose cuando volveria, porque sabia que el dia de la despedida seria la ultima que lo veria ; unos dias antes de mi viaje se cayo lo internamos pensando que seria algo pasajero pero no se levanto mas paso a ser un ser de luz ya y suspendi mi viaje momentanemente..ahora en enero salgo al camino si dios y el universo lo dispone . pero me queda la despedida de mis dos abuela una 87 años y otra de 81..la de 81 me dice que son macana mias que no me voy a ningun lado y q a lo mucho me me iria por unos 15 dias y como decis vos no la puedo contradecir…por eso te digo que tus palabras son como si fueran mias.. y me tiento en robarte algunas de ellas por no decirte todas ya que no tengo la facilidad en volvar en la escritura mis sentimientos 😦 .
    asi que no te sorprendas si ves en mi muro de facebook tus palabra jaja ..bueno Cecy espero cruzarte en el camino algun dia , sera un gran honor conocerte..te deseo lo mejor en tu viaje te mando buena vibra mucha luz lo mejor de lo mejor ..
    Besos…Elvio.

    • Hola Elvio, qué fuerte tu historia. La verdad es que siento presentes a mis abuelos en cada paso, tal vez porque tengo mucho que aprender de sus pasos… Ojalá puedas salir pronto y cumplir tus sueños, ya me contarás!

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